Hablar de evaluación es hablar de una herramienta de suma importancia dentro de los procesos educativos. La pedagogía presenta retos a docentes y uno de ellos es la evaluación.
Hoy en día, a razón de la crisis sanitaria, las escuelas cerraron generándose diversos cambios, no ajeno a esto la evaluación. El proceso evaluativo no ha sido el mismo desde entonces, o eso parece, y de alguna forma viene a romper con aquella evaluación tradicional, herencia de un sistema enfocado en obtener calificaciones o certificaciones. La importancia a la nota más no al proceso de aprendizaje, dejando diversos matices sin valorar, la presión por obtener calificaciones desembocando en la frustración estudiantil, descartando, a corto o a largo plazo la motivación, deben de ser aspectos a tener más que en cuenta.
Los orígenes de la evaluación se remontan a la preocupación por la medición de la conducta. En ello se pueden reconocer diferentes períodos. Uno de ellos, cuyo objetivo era el establecimiento de las diferencias individuales, permitiendo que la evaluación se concentre en elaborar instrumentos que permitiesen obtener puntuaciones diferenciales (Thorndike, E. 1912). Luego, pasando por un período donde se conceptualizaba a la evaluación como proceso gracias a los aportes de R. Tyler (1950) donde la evaluación pasaría a un primer plano mientras la medición, a un segundo, pero siempre ligadas entre sí. Por último, un tercer período donde la evaluación correspondía a un juicio profesional basado en opiniones de expertos.
Escena de "El analfabeto" 1961, dirigida por Miguel Delgado.
https://www.youtube.com/watch?v=shmsLJA3EpQ
¿ Quién le teme a la evaluación docente ?
Es real que en todo proceso educativo es necesaria la presencia de la evaluación. Es una herramienta que constituye un abanico abierto tanto para estudiantes como para docentes, llevando a un desarrollo de las fortalezas y atención a las debilidades. Podemos considerarla como una herramienta de gran importancia para el proceso de aprendizaje pero si pensamos a la educación como un largo proceso y a dicha evaluación como herramienta evaluativa, la misma no solo puede ser sistemática, sino también permanente y objetiva en la información que recaba.
Toda la información obtenida es de gran ayuda para orientar al alumno con respecto a los objetivos planteados previamente como también entrega evidencia de los cambios en el alumnado.
A partir de la valoración que el docente pueda dar a la realidad de sus alumnos, luego de reunir información útil y descriptiva, es momento de centrarse en un proceso de identificación, remodelación y tratamiento de datos para construir un camino para llegar al conjunto de actividades que conduzcan a un juicio en función de criterios.
Pero la genialidad de la evaluación va aún más allá ya que permite criticar y revisar los planes, programas y métodos siempre con el fin de mejorar el proceso educativo por medio de herramientas innovadoras.
Como se menciona en " ¿ Cómo mejorar la evaluación en el aula ? " de Ravela, Picaroni y Loureiro, las actividades de evaluación predominantes se caracterizaban como breves, sin necesidad estudiantil de análisis sino de memorización como también de actividades con una única respuesta. Así es como nos encontramos frente a propuestas que no requieren una comprensión del contenido trabajado por el estudiante y es así que no se logra diseñar o crear esas herramientas que colaboran en resolver situaciones de la vida real o de producción de conocimiento.
Aquella evaluación enfocada en obtener calificaciones donde, como fue mencionado previamente, la nota se encuentra por encima del proceso de aprendizaje, esa evaluación viene a ser "cuestionada" por una evaluación más "auténtica" que va en búsqueda de una mayor significación y sentido al aprendizaje.
En los años '80 aparece la idea de evaluar, tanto como enseñar, por medio de situaciones más parecidas a la vida real y que pudiesen aplicarse a la misma. Proponer tareas que cobren sentido más allá de las cuatro paredes del salón "(...) implica romper con las prácticas de evaluación fuertemente instaladas, que le requieren al estudiante escribir para el docente sobre lo que el docente ya sabe" (Ravela, P., Picaroni, B. y Loureiro, G. . 2017); y cuán importante resulta esto a la hora de acercarnos a las necesidades que el estudiante requiere. Una evaluación continua y actualizada, que "mire" al estudiante, permite que el mismo pueda desarrollar diferentes conocimientos, dejando de estudiar para la nota, pudiendo centrarse en integrar conocimientos, mejorar en base a sus capacidades e ir avanzando de acuerdo a su nivel.
De la mano de las evaluaciones auténticas, cabe mencionar la propuesta de "Enseñanza para la comprensión", donde el ojo está puesto en lograr que el alumnado comprenda lo que se trabaja y no solo lo memorice, donde no solo se aprenda lo que se "debe" saber.
Así, la educación no tiene como fin conocer muchas cosas superficialmente, sino que dedicarle pienso a las áreas principales que resulten pertinentes para involucrarse en la vida real.
Con esto, Gardner presenta una propuesta de evaluación llamada "desempeños de comprensión" donde el estudiante expondría sus saberes al resto en contraposición al examen individual tradicional. Este tipo de evaluación continua resulta muy atractiva hasta la actualidad, ya que es en esta performance que el estudiante logra explicar los conocimientos adquiridos pudiendo autoevaluarse, ser evaluado por sus pares como por el docente, en sus virtudes tanto como en sus debilidades; una evaluación in situ en ese momento en que ocurre el aprendizaje. Las devoluciones poseen ese poder, siempre que sean bienintencionadas, de acercarle al otro la idea de mejorar como la de destacar lo positivo en su desempeño.
A continuación un fragmento de la película argentina "El hombre de al lado" de Gastón Duprat y Mariano Cohn, 2010.
https://www.youtube.com/watch?v=wpUI59Qn74Q
Con el ejemplo que se deja ver en el video de esta película podemos observar que la presión por obtener calificaciones tanto como la aceptación por parte del docente puede desembocar en la frustración de los estudiantes a falta de motivación. Está en nosotros como docentes el fomentar un sistema evaluativo que motive al alumnado a querer continuar aprendiendo y no conformarse una vez obtenida la calificación o "morir en la orilla" cuando la misma no es la deseada.
Si nos centramos en el hoy, es inevitable dejar de lado los constantes avances tecnológicos que nos atraviesan tanto a docentes como a estudiantes. Muchas veces aparece la idea de que el sujeto ya no está capacitado para pensar o comportarse por sí solo, sin esa mediación, como hace mención Cristóbal Cobo citando a Nicholas Carr.
Podemos decir que el uso de lo tecnológico vinculado a la educación debe de ser estratégico. Somos resultado del incesante crecimiento de las tecnologías, pero no por ello deberíamos de pensarlas como la solución a todo sino encontrar la forma de integrarlas.
Y al hablar de evaluación podemos mencionar que como docentes amerita que desarrollemos nuevas capacidades para evaluar aprendizajes generados por los nuevos instrumentos. Necesitamos aprender y enseñar a realizar curadurías de todo el contenido que encontramos en las redes. "La red de redes no es solo una biblioteca" (Cobo, C. . 2016), para ello se necesita la creación de nuevos instrumentos de evaluación en "tiempos de sobreinformación" que colaboren no solo en reconocer habilidades y conocimientos.
La asociación evaluación-escuela se presenta como una idea que puede traer conflictos para los estudiantes a razón de la constante vinculación de las mismas (escuela = evaluación, notas, etc.) como también para el docente que se desencante de su trabajo sumamente predecible y estandarizado. Poder extraer toda la información necesaria sobre diferentes dimensiones, combinando resultados con el análisis de experiencias, hace a la evaluación mucho más adecuada.
Si pensamos en el mañana, podemos soñar con una evaluación encargada de medir cuán preparados están los estudiantes para aprender y no solo a medir lo ya aprendido; aprender a aprender, aprender haciendo y saber ser son cualidades que los docentes deberíamos de adquirir para poder entender que el mundo que nos rodea es un todo y no solo las cuatro paredes del aula.
"La evaluación es el motor del aprendizaje, ya que de ella depende tanto qué y cómo se enseña, como el qué y el cómo se aprende" (Sanmartí, N. 2007)
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